domingo, 27 de noviembre de 2011

LAS CAUSAS Y LOS EFECTOS


José Luis Cuenca Tadeo
Economía
ED Rivas Business School

Todos desde pequeños hemos aprendido que las causas y los efectos están íntimamente relacionados. Desde pequeños aprendemos que toda acción provoca una reacción. Hemos oído hablar de que el movimiento de las alas de una mariposa, en una parte del mundo tiene efectos en otra parte alejada del planeta. Es parte de nuestro conocimiento, de nuestras creencias, o de nuestros paradigmas, y no tenemos duda de que es realmente cierto.
Pero nadie nos ha explicado que esta relación no es tan evidente y que la relación entre las causas y los efectos no están estrechamente relacionadas en el tiempo y en el espacio. Es decir, que puede  trascurrir mucho tiempo para que podemos ser hombres de éxito, si durante muchos años hemos sido personas que se han ido formando en el día a día, ante las múltiples y diversas adversidades.
Las generaciones actuales tienden a  pensar que las causas y los efectos, están directa e inmediatamente relacionados. Muchas han sido las razones que justifican y posibilitan esa creencia. El contexto de inmediatez, las tecnologías de la información, la propia impaciencia de las personas jóvenes, son un perfecto caldo de cultivo que posibilita dicha creencia. Los medios audiovisuales, y especialmente la televisión, no han hecho sino fortalecer esta misma creencia.
Estas creencias han trascendido a todas las esferas de la Sociedad. Durante la época de crecimiento rápido de los últimos años en España, los empresarios españoles han conseguido un beneficio  extraordinario, que suponían era el pago por su gestión, y no el fruto, en muchas ocasiones de operaciones especulativas, recalificaciones, y ciertas formas más o menos corruptas de hacer negocios.
Las organizaciones sindicales mayoritarias, se acomodaron  a recibir  subvenciones con los que pagar sus patrimonios  históricos y a sus cuadros sindicales, y no hacer su tarea fundamental, que es, la de defender los intereses de los trabajadores a los que representan.
Los políticos se han creído que los votos de los ciudadanos  eran de su propiedad y que tenían que gestionar el corto plazo, sin mirar más allá de sus narices y por tanto, sin preocuparse de los problemas sociales en el medio y largo plazo porque ello no produce votos, sino que al contrario los puede menguar.
La mayoría de los ciudadanos ha sido idiotizados por la televisión, creyéndose qué pueden hacerse ricos con programas  de preguntas o convirtiéndose en falsos ”celebritis”.
El sistema educativo español ha creado una oferta de titulaciones que en teoría tenían sentido, pero que en el orden social no se puede mantener y además no tiene utilidad social. Los profesores en los distintos niveles educativos han mirado para otro lado y en lugar de subsanar las deficiencias o ponerlas de manifiesto, han hecho un giro de noventa grados en sus cabezas, dejando que pase lo inservible y posibilitando un  problema de difícil solución en el corto plazo.
Los jefes de gobierno y las personas relevantes del Estado, no han ejercido el papel de liderazgo por el que se les paga, no han sido, ni son, los faros que alumbran y guían a  nuestra sociedad hacia metas de mejora, para mantener y mejorar el bienestar de sus ciudadanos y el de nuestros hijos.

Y ante esto ¿qué podemos hacer?


Fundamentalmente no dejarnos manipular. Ser críticos con todo lo que nos rodea empezando por nosotros mismos y llevar adelante la “revolución”, que no tiene por qué ser cruenta sino muy pacífica, y  que estos días recorre medio mundo tomando las calles, discutiendo y haciendo uso de nuestra libertad de expresión, que seguramente es uno de nuestro mayores bienes personales, sin autocensuras, asumiendo y transmitiendo nuestras creencias, situando nuestros valores humanos por encima de los valores de los grupos ocultos, de las “manos invisibles” que son bien visibles, porque detrás de ellas están grandes fortunas y las personas que las detentan y que no miran más que por sus propios intereses personales, y no por los de la sociedad de la que son parte.

La civilización está llegando a una encrucijada histórica en la que tendrá que tomar decisiones importantes. La sostenibilidad deber ser un elemento fundamental de nuestra existencia. No se pueden seguir manteniendo sistemas individualistas de gestión en los que prime el interés personal sobre el interés de la colectividad, de la sociedad de la que todos somos parte.

Ante la crisis: crecimiento, crecimiento y crecimiento, esa es la receta machaconamente repetida durante años. ¿Pero, hasta donde es posible seguir creciendo? Nuestro planeta está limitado en extensión, cada día la basura que genera esta humanidad es mayor y llevado al límite nuestro razonamiento, ocurrirá que el peso de las basuras y los gases que emitimos terminarán paralizando el giro de la Tierra, simplemente por su peso. Es una barbaridad afirmar tal cosa, pero en el límite el modelo del crecimiento nos lleva a esa situación.

La población mundial ya llega a siete mil millones de habitantes y esto parece no tener fin. Para 2100 se prevé que la población mundial alcanzará los once mil millones de habitantes. La Humanidad no tiene cordura, y los dirigentes mundiales solo saben utilizar las mismas técnicas bárbaras de aniquilación que llevamos utilizando durante los últimos cuarenta mil años. ¿No será esta la razón, por la que no se toman medidas para evitar el desastre al que parece que estamos abocados cómo Humanidad?

El “directorio mundial en la sombra” puede tener su estrategia y no tiene por qué coincidir con los deseos, votos u opiniones de las personas que compartimos nuestra madre Tierra.
Que no se nos olvide, las causas y los efectos no siempre están relacionados en el tiempo y en el espacio de manera inmediata. Aunque siempre lo que nos ocurre hoy, es el resultado de los errores o aciertos del ayer.

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