martes, 22 de noviembre de 2011

¿EXISTEN LOS CICLOS ECONÓMICOS? [SEGUNDA PARTE]


Julián de Unamuno Hierro
José Luis Cuenca Tadeo
Economía
ED Rivas Business School

El próximo devenir
 Estamos en una gran depresión, o porque no llamarla gran depresión, los síntomas de nuestra economía son inequívocos. La tasa de paro se mantiene muy alta actualmente en cotas del 21,4% o superior, según cual sea el indicador que se observa. El crecimiento económico es raquítico, en el momento actual su evolución es plana (estancamiento), y las previsiones para el año 2012 son negativas. Se han producido ajustes traumáticos en sectores significativos de la economía, como la construcción, y durante años se tardará en digerir la burbuja inmobiliaria que se ha creado. Sectores adyacentes como la fabricación de carpintería auxiliar, electricidad, renovación de mobiliario…, se resienten significativamente con tasas de crecimiento en muchas ocasiones negativas. En resumen, el panorama es preocupante y las expectativas de futuro aún peores.
De todos los aspectos expuestos, quizás el más alarmante de todos ellos sea la persistente y alta tasa de desempleo. No obstante habría que diferenciar entre el paro estructural crónico que arrastra la economía española (entorno a dos millones de trabajadores), que incluso en las épocas de mayor crecimiento se ha mantenido desempleada, del crecimiento en desempleo como consecuencia del “efecto llamada” que se produjo en los países vecinos del Magreb y en los pueblos de Iberoamérica y de la crisis económica iniciada en el 2008.
Dentro de este segundo grupo las cosas no van tampoco demasiado bien. La mayor parte de los desempleados generados en los tres últimos años, son personas con cualificaciones profesionales bajas y de formación deficiente. Cubrir esta tarea tampoco será fácil, ya que supone admitir riesgos definiendo cuáles serán los sectores prioritarios de la economía que experimentarán crecimientos futuros.
Estos sectores requieren personas con formación profesional alta asociada a las tecnologías de la información, donde no existe desempleo, y otros sectores asociados con las tecnologías médicas o biomédicas, la formación lingüística (columna vertebral de las carencias históricas de España), ingenierías y carreras científicas relacionadas con altas tecnologías, la nanotecnología aplicada  a múltiples áreas de la economía, etc.
Desgraciadamente esos profesionales no se improvisan, y poder formar a personas con dichas capacidades tendrán importantes repercusiones sobre nuestras políticas de inmigración y educativas. Recuperar el tiempo perdido en los años de bonanza implica un alto coste de oportunidad en la actualidad. Pero la renuncia a la que nos vemos obligados a tener que hacer hoy tendrá su recompensa en las generaciones futuras.
La situación es tan delicada que requerirá grandes esfuerzos y sacrificios durante años, amén de ciertas reformas educativas y sociales, que pongan en valor creencias perdidas, porque esa sensación de los últimos años en que parecía que todos éramos ricos se ha terminado. Al igual que la creencia de que los empresarios eran aquellas personas que se hacían millonarios rápidamente, con poco esfuerzo y menos escrúpulos. Esta “cultura del pelotazo” no tendrá cabida en los próximos años.
Pero la actual crisis también pone de manifiesto que las afirmaciones de las corrientes económicas que planteaban que las crisis económicas habían “pasado a mejor vida” están alejadas de la realidad más que nunca. Robert Lucas, premio Nobel de Economía de 1995 y uno de los padres de la Nueva Macroeconomía Clásica, reconoció que se equivocó al asegurar en 2003 que el problema de las depresiones económicas estaba resuelto.
Si llevamos desde 1854, según el NBER, con periodos de expansiones y contracciones de la economía, parece prudente pensar que esto se seguirá manteniendo en el futuro, porque seguramente las fluctuaciones económicas son consustanciales a las denominadas economías de mercado o economías capitalistas. Carlos Marx, en su tiempo ya hablaba de la ley tendencial decreciente de la tasa de ganancia, como algo inherente al modo de producir capitalista, y de la concentración y centralización de capital, como una forma de su renovación a modo de ave fénix surgiendo de sus propias cenizas.
Los estudios de los ciclos económicos en la Dinámica Economía, suelen afirmar que a los ciclos largos de crecimiento suelen seguir ciclos largos de atonía económica, de manera que si se verifica, cabe esperar que la recuperación será lenta y, por consiguiente, las tasas de desempleo se mantendrán forzosamente altas en el próximo futuro. Claro está que así será, para quienes se encuentren en el barrio equivocado, o con la formación inadecuada para las necesidades productivas de las empresas más dinámicas y atrevidas.
Para superar esta situación en la que nos encontramos inmersos, sería necesario y conveniente que en la clase política actual se sustituyera la ignorancia instalada en el poder al servicio de intereses particulares y partidistas por el conocimiento científico de la realidad que nos rodea, y que la praxis de la política económica se dirija al servicio de lo público y al bien común, donde  el interés privado no prevalezca sobre el interés social.  

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