Julián de Unamuno Hierro
José Luis Cuenca Tadeo
Economía
ED Rivas Business School
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e-mail: secretaria@edrivas.com
El
próximo devenir
Estamos en una gran depresión, o
porque no llamarla gran depresión, los síntomas de nuestra economía son
inequívocos. La tasa de paro se mantiene muy alta actualmente en cotas del
21,4% o superior, según cual sea el indicador que se observa. El crecimiento
económico es raquítico, en el momento actual su evolución es plana
(estancamiento), y las previsiones para el año 2012 son negativas. Se han
producido ajustes traumáticos en sectores significativos de la economía, como
la construcción, y durante años se tardará en digerir la burbuja inmobiliaria
que se ha creado. Sectores adyacentes como la fabricación de carpintería
auxiliar, electricidad, renovación de mobiliario…, se resienten
significativamente con tasas de crecimiento en muchas ocasiones negativas. En
resumen, el panorama es preocupante y las expectativas de futuro aún peores.
De todos los aspectos expuestos, quizás el más alarmante de todos ellos
sea la persistente y alta tasa de desempleo. No obstante habría que diferenciar
entre el paro estructural crónico que arrastra la economía española (entorno a
dos millones de trabajadores), que incluso en las épocas de mayor crecimiento
se ha mantenido desempleada, del crecimiento en desempleo como consecuencia del
“efecto llamada” que se produjo en los países vecinos del Magreb y en los
pueblos de Iberoamérica y de la crisis económica iniciada en el 2008.
Dentro de este segundo grupo las cosas no van tampoco demasiado bien.
La mayor parte de los desempleados generados en los tres últimos años, son
personas con cualificaciones profesionales bajas y de formación deficiente. Cubrir
esta tarea tampoco será fácil, ya que supone admitir riesgos definiendo cuáles
serán los sectores prioritarios de la economía que experimentarán crecimientos
futuros.
Estos sectores requieren personas con formación profesional alta
asociada a las tecnologías de la información, donde no existe desempleo, y
otros sectores asociados con las tecnologías médicas o biomédicas, la formación
lingüística (columna vertebral de las carencias históricas de España),
ingenierías y carreras científicas relacionadas con altas tecnologías, la
nanotecnología aplicada a múltiples
áreas de la economía, etc.
Desgraciadamente esos profesionales no se improvisan, y poder formar a
personas con dichas capacidades tendrán importantes repercusiones sobre
nuestras políticas de inmigración y educativas. Recuperar el tiempo perdido en
los años de bonanza implica un alto coste de oportunidad en la actualidad. Pero
la renuncia a la que nos vemos obligados a tener que hacer hoy tendrá su
recompensa en las generaciones futuras.
La situación es tan delicada que requerirá grandes esfuerzos y
sacrificios durante años, amén de ciertas reformas educativas y sociales, que
pongan en valor creencias perdidas, porque esa sensación de los últimos años en
que parecía que todos éramos ricos se ha terminado. Al igual que la creencia de
que los empresarios eran aquellas personas que se hacían millonarios
rápidamente, con poco esfuerzo y menos escrúpulos. Esta “cultura del pelotazo”
no tendrá cabida en los próximos años.
Pero la actual crisis también pone de manifiesto que las afirmaciones
de las corrientes económicas que planteaban que las crisis económicas habían “pasado
a mejor vida” están alejadas de la realidad más que nunca. Robert Lucas, premio
Nobel de Economía de 1995 y uno de los padres de la Nueva Macroeconomía
Clásica, reconoció que se equivocó al asegurar en 2003 que el problema de las
depresiones económicas estaba resuelto.
Si llevamos desde 1854, según el NBER, con periodos de expansiones y
contracciones de la economía, parece prudente pensar que esto se seguirá
manteniendo en el futuro, porque seguramente las fluctuaciones económicas son
consustanciales a las denominadas economías de mercado o economías capitalistas.
Carlos Marx, en su tiempo ya hablaba de la ley tendencial decreciente de la
tasa de ganancia, como algo inherente al modo de producir capitalista, y de la
concentración y centralización de capital, como una forma de su renovación a
modo de ave fénix surgiendo de sus propias cenizas.
Los estudios de los ciclos económicos en la Dinámica Economía, suelen
afirmar que a los ciclos largos de crecimiento suelen seguir ciclos largos de
atonía económica, de manera que si se verifica, cabe esperar que la recuperación
será lenta y, por consiguiente, las tasas de desempleo se mantendrán
forzosamente altas en el próximo futuro. Claro está que así será, para quienes
se encuentren en el barrio equivocado, o con la formación inadecuada para las
necesidades productivas de las empresas más dinámicas y atrevidas.
Para superar esta situación en la que nos encontramos inmersos, sería necesario
y conveniente que en la clase política actual se sustituyera la ignorancia
instalada en el poder al servicio de intereses particulares y partidistas por
el conocimiento científico de la realidad que nos rodea, y que la praxis de la
política económica se dirija al servicio de lo público y al bien común,
donde el interés privado no prevalezca
sobre el interés social.
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